Cuando nos decantamos por un aroma específico entre el inmenso abanico de opciones que se nos presenta en el mercado tanto femenino como masculino, estamos dando una declaración al mundo de quiénes somos, es por ello que buscamos que dicha fragancia refleje nuestra personalidad y nos proporcione sentimientos de bienestar y satisfacción.
La elección del perfume perfecto puede parecer un acto inocente y sencillo; vamos a la tienda, preguntamos por alguna fragancia que llamó nuestra atención, la olemos y si nos gusta, la compramos. Sin embargo, detrás de esa sencilla decisión, se esconden una serie de factores orgánicos y vivenciales que condicionan e influencian el por qué nos decantamos por esa opción en lugar de otra.
Nuestras elecciones, preferencias y gustos están determinados por diversos componentes, entre ellos podemos determinar principalmente algunos que ejercen mayor influencia como lo son el biológico, el mental, el emocional y el social. Ello se debe a que los seres humanos somos organismos complejos y multidimensionales, y esas diversas dimensiones que nos componen se reflejan en cada ámbito de nuestra vida, aun cuando no estemos conscientes de ello.
Al igual que con cualquier otra cosa en la vida, en la elección de una fragancia que nos represente requiere que tomemos en cuenta nuestros diversos aspectos como seres únicos y multidimensionales, todo ello con la finalidad de que ese aroma en particular se encuentre en armonía con todo lo que queremos y somos.
Pensando en todo ello, en este artículo expondremos los cuatro factores más importantes que puedes tener presentes al momento de elegir el perfume perfecto, con la finalidad de orientarte en la búsqueda de ese aroma que realmente refleje y determine a la persona especial que eres.
El Factor biológico
Si bien los seres humanos estamos compuestos básicamente de la misma manera, a nivel biológico poseemos cualidades únicas que nos diferencian de los otros seres humanos. Algunas de estas características distintivas pueden resultar bastante evidentes, como puede ser el color de la piel, el color y textura del cabello, la forma y color de los ojos, incluso las huellas dactilares de las cuales solemos estar conscientes que son únicas e irrepetibles.
Sin embargo, existen algunas características distintivas que también varían de persona en persona. Tal es el caso de la composición química de la piel, Los niveles de pH, la cantidad de secreción sebácea, la temperatura corporal y la cantidad de agua contenida en la epidermis.
El pH es el potencial de Hidrógeno que posee cualquier líquido acuoso, su escala de medida va desde el valor 1 al 14; siendo 7 la indicación de concentraciones de Hidrógeno medias (pH neutro), medidas inferiores a 7 indican menor concentración de hidrógeno (pH ácido) y superiores a 7 indican mayor concentración de Hidrógeno (pH básico o alcalino).
El pH de la piel es ligeramente ácido puesto que varía entre 4.5 y 5.9 y se encuentra en una capa llamada hipodermis que es la encargada, entre otras cosas, de la lubricación adecuada de la piel.
El pH de la piel normal es de 5.50, a este nivel la piel funciona en su completa capacidad y no presenta ningún tipo de problemas. Las pieles con pH más ácidos (inferiores a 5.50) generalmente tienden a la sensibilidad, el enrojecimiento y la resequedad, puesto que poseen menor producción sebácea y almacenan menor cantidad de agua.
Por su parte, las pieles con pH más alcalino (superiores a 5.50) suelen ser oleosas debido a una excesiva producción sebácea y, al mismo tiempo, carecen de mayores defensas ante agentes externos, por lo que en la mayoría de los casos son susceptibles a presentar infecciones o enfermedades de tipo bacteriano (como el acné, entre otros).
Ahora, es probable que te estés preguntando qué tiene que ver todo esto con la elección del perfume perfecto, estamos acá para decirte que esto tiene que ver absolutamente todo con ello.
Verás, los perfumes son sustancias químicas que consiguen su olor característico a partir de una mezcla exacta y específica de sustancias que interactúan entre sí. Una vez que aplicas la fragancia sobre la piel, ésta va a interactuar con la química corporal, de allí la importancia de probar el perfume directamente sobre ti y no sólo en las olfativas o tiras de papel secante, y la explicación de por qué una misma fragancia huele diferente en dos personas.
Tu pH va a modificar ligeramente el aroma. Adicionalmente, tu tipo de piel y temperatura corporal determinarán la intensidad y longevidad de la misma. De allí se desprende la gran importancia de tomar muy en cuenta tu propia y particular constitución biológica en la búsqueda del perfume que se adaptará de manera ideal a tu corporalidad.
Uno de los factores a tomar en cuenta es que las fragancias tendrán poca fijación sobre las pieles frías y secas, por lo que si este es tu caso, se recomienda que lo apliques posterior a una buena hidratación con la crema de tu escogencia (preferiblemente que no contenga ningún aroma) y decantarse por perfumes y aguas de perfume que suelen poseer una concentración de aceites esenciales mayor.
Las pieles grasas y aquellas con alta temperatura corporal pueden intensificar en gran medida el aroma, por lo que en este tipo de personas podría resultar olfativamente abrumador usar un perfume intenso.
Si este es el caso que te compete, es recomendable buscar versiones más suaves como el agua de colonia. Del mismo modo respecto a pieles sensibles, es importante la elección de aquellas fragancias de menor concentración de aceites esenciales y en lo posible libres de alcoholes y parabenos, para así evitar irritación, enrojecimientos o alergias.
El Factor mental
Los seres humanos solemos celebrar la unicidad de nuestra personalidad, ésta se define a partir de una serie de pautas de pensamientos, hábitos de comportamiento y maneras de percibir la vida que se encuentran enraizadas en cada sujeto y suelen ser relativamente fijas y estables.
La personalidad determina, en cierto modo, nuestras preferencias y la manera en que reaccionamos ante experiencias, personas y cosas
Es por ello que tomar en cuenta nuestra personalidad como un factor importante al momento de elegir la fragancia ideal es vital, puesto que si deseamos que cada aspecto de nosotros revele al mundo quienes somos, debemos prestar tanta atención al olor que exudamos como a la ropa que llevamos al momento de definir la imagen que deseamos reflejar.
Al igual que los seres humanos, los perfumes tienen personalidad, puesto que son combinaciones de olores que buscan transmitir sensaciones específicas y al mismo tiempo se orientan a garantizar la comunicación y transmisión de valores personales por parte de quien los utiliza ante su entorno.
De hecho, el que las casas de perfume realicen sus creaciones pensando en un público definido e inviertan tanto esfuerzo y dinero en publicidades dirigidas a targets determinados, habla mucho de lo relevante que es la sintonía que realizan las personas con las fragancias (aún en los niveles de inconsciencia).
Las fragancias suelen dividirse en familias olfativas, según el acorde que destaque sobre los demás. La clasificación por familias (acorde principal) y subfamilias (matices que acompañan el acorde principal) es muy subjetiva, sin embargo, una de las más estandarizadas es la avalada por el Museo Internacional y el Comité Francés del Perfume.
En esta clasificación se distinguen 7 familias (cada una con características específicas que las distingue), éstas son: Floral, Amaderada, Cítrica, Fougère, Chypre, Cuero y Oriental.
Los perfumes florales, por ejemplo, son aromas bastante versátiles, pues dependiendo de su grado de concentración y componentes asociados varía su carácter. En síntesis, sus olores suelen decantarse hacia lo romántico y primaveral, por lo que suelen estar muy presentes en las fragancias femeninas (aunque cada día ganan más terreno en la perfumería masculina).
Dependiendo del aceite esencial empleado, se puede comprender de una manera más específica la personalidad de la nota floral, así pues notas como el nerolí, la lavanda, margarita y amapola tienden a sensaciones ligeras, naturales, frescas y descomplicadas; las peonías, nardos, lirios, fresias y gardenias son notas más complejas y exóticas que remiten a la sensualidad y los jazmines y rosas se asocian mucho a lo femenino y romántico.
Los perfumes amaderados pueden remitir a notas bien contradictorias. Por una parte, se encuentran las maderas frescas y ligeras como el pino, cedro, vetiver y bambú, estas evocan la frescura silvestre. Por otro lado, se encuentran las más intensas como el sándalo, gaiac o roble que se asocian a lo clásico e imponente. En líneas generales, se asocian con sensaciones de serenidad, calidez y fuerza.
Por su parte, las fragancias cítricas que se obtienen a partir de las cáscaras de frutas como la lima, el limón, pomelo, naranja o mandarina (entre otros), se asocian a sensaciones de frescura y limpieza. Suelen poseer un carácter chispeante y efervescente, y son perfectas para personas muy activas y radiantes, pero que nos les gustan los olores imponentes ni muy dulces.
Respecto a la familia Fougère, ésta se caracteriza por sensaciones de frescura y equilibrio, evocando la naturaleza en todo su esplendor. Se compone de un acorde olfativo específico: bergamota, madera, lavanda, notas verdes, cumarina y musgo (ingredientes en los que se basaba una fragancia llamada “Fougere Royale”, lanzada al mercado en 1882). En la perfumería actual, a partir de esta base se han realizado nuevas combinaciones con notas florales, afrutadas y especiadas.
Del mismo modo que los Fougère, los perfumes Chypre pertenecen a una combinación de aromas que evocan la composición de un perfume clásico (“Chypre”, perfume desarrollado en 1917 por Francois Coty en la isla de Chipre), constituido por notas como Bergamota, rosa, jazmín, pachulí, ámbar, almizcle y musgo. Sus acordes se balancean entre la frescura y la calidez, siendo aromas sensuales y marcados, pero no muy pesados.
Por su parte, la familia olfativa de los Cuero se caracteriza por la sobriedad, discreción, originalidad y elegancia. Los aromas de Cuero suelen acompañarse por maderas, musgos, tabaco o ahumados. El aroma a cuero remite a personas clásicas, pero muy seguras de si mismas, sensuales y a quienes les gusta el lujo y las comodidades.
Finalmente, las fragancias orientales, desde tiempos inmemorables, se asocian al misterio y la fuerza interior. Esta familia se compone de distintos aceites aromáticos que se obtienen a partir de especias (como la vainilla, pimienta, cardamomo y clavo), algunas plantas (como el jengibre, cacao y regaliz), resinas (como el ámbar) y aceites balsámicos. Se caracterizan por ser fragancias sensuales, cálidas, intensas y dulces, ideales para personas a las que les gusta marcar su presencia.
Como podemos ver, los perfumes tienen diversas personalidades al igual que nosotros, es por ello que es importante tomar esto en cuenta con la finalidad de que exista una totalidad armonía entre el aroma y quienes somos y, de esta forma, la fragancia intensifique nuestra personalidad en lugar de chocar contra ella.
El Factor emocional
Otro factor super importante a tener en mente al momento de elegir el perfume ideal son las emociones, pues el sentido del olfato está íntimamente vinculado a la elaboración de los sentimientos de bienestar. Esto ocurre gracias a que, durante la infancia temprana, se comienzan a generar los gustos y las preferencias con base en las relaciones de placer o displacer que experimentamos como respuestas inmediatas ante los miles de estímulos nuevos que se nos presentan.
En esta etapa, el cerebro humano comienza a registrar y catalogar todas y cada una de las cosas que se encuentran en el entorno y que se experimentan mediante los sentidos físicos, y las asocia directamente a sentimientos de agrado o desagrado. Con el tiempo, el individuo amplía sus gustos y realiza nuevas asociaciones, sin embargo, muchas de las percepciones que tuvimos en las etapas tempranas persistirán en la adultez.
Esta serie de conexiones neuronales no suelen realizarse de manera consciente, sino que son explicadas mediante la preferencia por determinadas texturas, formas, colores, sonidos, sabores y olores. No es necesario tampoco que comprendamos el por qué preferimos determinadas cosas en lugar de otras, al menos no en la búsqueda de un perfume; Lo que sí es importante es entender que los olores pueden influir en gran medida en nuestras emociones.
Los olores se elaboran, mentalmente hablando, principalmente en una estrecha relación con el cerebro límbico o primitivo, por lo que son detonantes emocionales muy poderosos.
Estos estímulos pasan por interconexiones de las cuales difícilmente somos conscientes, puesto que activan las sensaciones más básicas y viscerales en nosotros. Es por ello que ciertas fragancias se nos hacen confortables y nos proporcionan el sentirnos bien y estar de buen humor, mientras que otras son terriblemente desagradables e incluso pueden llegar a disgustarnos inconscientemente.
Evidentemente, el ser humano se encuentra en la búsqueda perenne del bienestar pleno, y saber que los aromas nos pueden acercar a un estado mejor o peor puede resultar muy inquietante. Sin embargo, como ya hemos hecho notar, no es necesario entender los mecanismos de interconexión neuronales para elegir un perfume que potencie nuestras emociones positivas.
Saber si estamos eligiendo el perfume perfecto (basándonos en nuestras emociones), es tan sencillo como explorar un poco nuestro interior.
Al probar una fragancia, podemos tomarnos algún tiempo para realizarnos algunas preguntas y analizar los datos que obtenemos, por ejemplo: cómo me hace sentir este olor en particular, qué emociones evoca en mí, acaso me remite a algunas situaciones del pasado que me generan sentimientos de agrado, siento bienestar al usarla. Si la respuesta es afirmativa, pues voilà, tienes a tu potencial perfume perfecto.
Hay muchas otras preguntas que podemos realizarnos al respecto, lo importante en ello es lograr conectar con las emociones propias, el cómo me siento respecto a un aroma en particular es vital al momento de elegir la fragancia más apropiada.
En todo caso, lo que se busca es una sensación de éxito, seguridad, belleza y agrado, la clave está en que su olor te permita evocar emociones positivas y tener en cuenta que claramente no todas las personas responden del mismo modo a todos los olores (pues esto estará muy influenciado por las vivencias individuales), por lo que solamente tú puedes saber cómo se siente para ti.
El Factor social
Siguiendo un poco la línea anterior, la razón por la que tantas personas invierten tiempo y dinero en los perfumes es por la búsqueda de bienestar, pero más allá de las sensaciones propias que se buscan como resultado del perfume ideal (y que ciertamente son las más importantes), la fragancia adecuada puede “cambiar tu entorno”.
Realmente no es tan literal como eso, pero varios estudios han determinado que la práctica de perfumarnos con olores placenteros para nosotros, inciden en la seguridad personal y la postura corporal y esos son factores que influencian enormemente la respuesta de los otros ante nosotros. Es decir, no cambiamos el entorno con el aroma, pero al cambiar nosotros (al tener prácticas placenteras) cambiamos la manera en la que somos percibidos por quienes nos rodean.
Llevando todo esto un poco más lejos, si bien ya sabemos que cada gusto olfativo es un mundo, hay formas de ejercer influencia sobre los otros según tu perfume. Como ya vimos, cada perfume tiene su propia personalidad y mientras no “choque” contra la nuestra, la constitución biológica propia y el mundo emocional individual, elegir el perfume perfecto para cada ocasión puede jugar a nuestro favor en las relaciones interpersonales.
Para servirnos de esto, podemos elegir familias olfativas como Cueros y Maderas en situaciones como reuniones laborales muy competitivas en donde sea necesario que mostremos nuestro aplomo, mesura y gerencia propia. Los Orientales, Foguère y algunos Florales pueden ser armas de seducción muy potentes que nos permitan sentirnos confiados al momento de interactuar con intenciones románticas; mientras que los Chypre y Cítricos son ideales para situaciones de relax y el día a día.
Algunos otros datos útiles que puedes tener en cuenta al momento de probar perfumes son:
- Tómate tu tiempo: contar con al menos un día de diferencia entre la prueba y la compra te permitirá saber cómo se desarrolla la fragancia al pasar las horas sobre tu piel.
- Madruga: ir a primeras horas de la mañana es lo ideal, pues en estos momentos del día el olfato es más sensible y está menos influenciado por los estímulos exteriores.
- No usar aromas previos: es recomendable que no utilices perfumes ni cremas olorosas que puedan interferir o confundirse con el aroma que vas a probar.
- Pide una olfativa: si bien es crucial que lo apliques sobre la piel, pedir una tira secante al mismo tiempo te permitirá comparar la intensidad y longevidad del aroma sobre tu piel. De este modo podrás determinar si esa fragancia se fijará de la manera adecuada sobre tu tipo de piel a como fue diseñada.
- Menos es más: no aplique más de un perfume sobre tu piel por cada visita a la perfumería, ni te satures al olfatear demasiados aromas pues podría interferir momentáneamente con tu apreciación olfativa.
- Confía en ti: Puede ser una tentación pedir la opinión de amigos, familiares, nuestra pareja o incluso los vendedores; sin embargo, lo único que es realmente relevante es tu opinión, puesto que son tus características personales (a nivel biológico, mental y emocional) las que van a interactuar con el perfume, la respuesta de los demás es completamente influenciable según tus sentimientos de seguridad y bienestar.
Si bien la elección de un perfume (luego de leer esto) podría sonar como una tarea complicada, realmente todo se resume en una sola cosa: conocernos bien y saber quiénes somos y qué queremos.
Si aún estamos un poco flojos en esta materia por temor a no saber escoger el aroma más indicado, salir en la búsqueda del perfume perfecto puede convertirse en la excusa ideal para emprender el viaje más divertido de tu vida.